OTRAS MANERAS DE VIVIR Y CONVIVIR SON POSIBLES Y URGENTES.
El problema del cambio climático se ha puesto en agenda y ha venido para quedarse. Sus efectos, ya evidentes, están reduciendo de manera alarmante la calidad de vida de millones de personas, especialmente de las comunidades más empobrecidas, y ya están causando más migraciones que las guerras. Al igual que algunos movimientos, el Papa Francisco en la Encíclica “Laudato Si” deja de concebir la economía y la ecología como dos esferas “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental.”
Y nos habla de la necesidad de una conversión hacia una “ECOLOGÍA INTEGRAL” para unir todas las dimensiones de la problemática “combatir la pobreza, devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente cuidar la naturaleza [139]”. Una actitud radical que cuestiona la primacía que damos en occidente a los criterios económico-materiales para medir la felicidad y el progreso; el absurdo de una economía que todo lo cuantifica menos los costos ecológicos; y la creencia en un crecimiento constante e ilimitado.
Ese crecimiento, convertido en ídolo como el dios dinero, se ha fundado sobre un asiento de víctimas -destrucción de la naturaleza, saqueo de recursos naturales
a poblaciones del Sur, explotación de la fuerza de trabajo y de las mujeres, colonialismo-, e implica un consumismo de los países enriquecidos que no es ni
sostenible ni generalizable para toda la humanidad.
Por tanto, es urgente un cambio ¡una verdadera «revolución cultural»! Y para ello, hemos de tomar conciencia de que la actual crisis socio-ambiental proviene de una determinada forma de relacionarnos con la naturaleza y entre los seres humanos. De manera que si la apuesta continúa siendo auto proclamarnos dueños de la creación mirando a la Naturaleza como una despensa de recursos naturales al servicio del desarrollo económico; si la apuesta sigue siendo priorizar los intereses de las minorías protegidas por los poderes económicos y políticos; habrá cada vez más gente que nos quedemos fuera,y el desastre será irreversible.
Ya hay movimientos que plantean alternativas como “crecer de otro modo”, cuestionando algo que sin embargo es esencial a este sistema: que acumulemos
bienes más allá de las necesidades básicas, y los usemos para conseguir una vida plena y feliz sin tener en cuenta a las demás. Y movimientos que nos advierten que ¡hemos perdido el Sur! De donde vienen y vendrán buena parte de estas alternativas: no solo porque son quienes más están sufriendo las consecuencias
de esta crisis, sino porque desde hace años llevan emprendiendo estas luchas, protegiendo la tierra, los ríos, los bosques... y porque mantienen memoria viva de sistemas de producción más inclusivos, comunitarios y respetuosos con la naturaleza.
Necesitamos estas miradas emancipadoras, unidas a la ecología y el feminismo, porque quienes hoy ostentan en el mundo el poder político, económico y militar
nos están llevando al abismo. Las necesitamos para abordar esta urgencia de un cambio de sistema hacia una justicia socio-ambiental, tomando conciencia de
que somos completamente dependientes de la naturaleza de la que formamos parte, y que nuestra vida depende de principio a fin de los demás. Comprendernos como comunidad de seres que nos tenemos que cuidar bien para que todas tengamos vida, y de calidad.
En este número:
- Ecofeminismo. Aurora Rodríguez del Barrio (EQUO Madrid); Pedro Fuentes Rey (miembro de EQUO y ex presidente JOC)
- ¿Cuantos planetas consumes? María Morlanes Jiménez
- La Huella Ecológica. Juan Carlos Alarcón González
- Decálogo para una vida sostenible
- El Rinconcito de Noe
- Extra! extra!
- La Juventud habla. Sara. (JOC Córdoba).
- Agenda
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